Juan Luque, mago y amante de la historia del ilusionismo, desvela, en las más de 300 páginas del libro “La mano oculta de la magia. Ilusionismo y aventura en el mundo antiguo”, números de magia de hasta casi cuatro mil años de antigüedad. Autores clásicos, políticos, estrategas militares, historiadores y hasta turistas de la Edad Antigua, dejaron constancia de ellos y, muy a menudo, de su secreto.
Imagine que, antes del combate, con la tropa en formación, temerosa ante la fiereza y arrojo de un enemigo brutal, el arúspice sacrifica un ternero para conocer el parecer de los dioses acerca del enfrentamiento. El rey introduce a continuación la mano en el interior del animal, extrae el hígado aún caliente y allí, grabado en su parte más lisa, aparece escrito a la vista de todos el pronóstico de los dioses: Victoria del Rey.
O, ante una multitud congregada, un sacerdote afamado por gozar del beneplácito de los los dioses, les rinde tributo. Tras varias plegarias, observa los animales entregados por los fieles para ser ofrecidos en sacrificio. Desea saber cuál puede ser el más deseado por el dios. Se fija en una oveja, grande, sana, de lana blanca. Abre su caja de ofrendas, extrae esencias de plantas aromáticas que lanza hacia los animales y, el dios, honrado, acepta el sacrificio: súbitamente, la oveja, sin que nada ni nadie medie, comienza a sangrar por el cuello hasta desangrarse y caer muerta para ser llevada al altar.
Son dos de los numerosos números de magia «realizados» por los dioses. Un tipo de magia hoy olvidada, pero primordial en el mundo antiguo. Y de efectos tan magníficos que, de no conocerse su forma de realizarlos, se tomarían por exageraciones o fantasías de quienes los transmitieron.
Sus ejecutores reales, a quienes el autor ha llamado «la mano oculta de los dioses», dan el nombre al título del libro. Y copan una de sus tres partes, la dedicada a la magia de los dioses.
Pero Juan Luque también explora en otra sección los números de magia que buscaron solo entretener y fascinar. Expone de modo ameno, pero fiel a los testimonios que se han preservado, desde el primero del que se tiene constancia, presentado ante el faraón Keops, hasta otros que fueron best seller de la antigüedad, como la creación espontánea de fuego, los cubiletes o los juegos con líquidos.
El libro no olvida la trayectoria histórica, plagada de aventuras, de los accesorios de magia que aún hoy caracterizan a los magos. La mayor parte de los ilusionistas actuales ignoran que la varita mágica, la capa de mago o las palabras mágicas poseen miles de años de antigüedad. Quien diría que «Abracadabra», la palabra mágica por excelencia, se pronunciaba hace casi dos mil años exactamente como hoy.
Juan Luque ha dedicado cinco años a la investigación, redacción y edición del libro. El volumen combina un estricto cuidado de las fuentes con una exposición primordialmente divulgativa. De forma que enganche, tanto a los amantes del ilusionismo que no leen historia, como a los amantes de la historia que no son ilusionistas.
La mano oculta de la magia. Ilusionismo y aventura en el mundo antiguo incluye además interesantes anexos dedicados a los principales acontecimientos históricos que tuvieron relación con números de magia; cuadros resumen con las efemérides y principales logros ilusionistas de la Edad Antigua; y un completo índice de los principales efectos de magia que asombraron a aquellas civilizaciones, algunos de ellos, aún hoy en día vigentes. El libro está acompañado de casi 300 fotografías.